Se necesita que el poder ejecutivo y el legislativo saquen las manos de los nombramientos de los magistrados; los nombramientos deben salir del Órgano Judicial, de los tribunales superiores civiles, de los tribunales superiores penales, de los altos funcionarios de la Procuraduría de la Administración y de la Sala Contencioso Administrativa de la Corte Suprema de Justicia. Deben contar con un mínimo de 20 años de experiencia como magistrados en los tribunales; tal como lo ha manifestado el doctor Carlos Bolívar Pedreschi en diversas ponencias.
Frustrados los electores vemos cómo las promesas de campaña terminan disipándose a medida que se terminan los periodos presidenciales. Ahora, en la recta final de su periodo, el presidente Juan Carlos Varela propone una ley a la Asamblea para que votemos, no solo si queremos un cambio a la Constitución, sino que también señalemos la vía por la cual la debemos modificar. ¡Nunca es tarde cuando la dicha es buena!
Según el constitucionalista, doctor Carlos Bolívar Pedreschi, la vía de una asamblea constituyente paralela, prevista expresamente en el artículo 313 de la Constitución Política vigente, parece ser la más viable, ya que permite que notables ciudadanos presenten los cambios medulares que nuestro país necesita para contar con una nueva Constitución Política: ¡La Constitución Política de Panamá 2020!
El panameño lo sabe: esta vía sería la más expedita y menos onerosa, ya que aprovecharíamos la organización electoral del 5 de mayo de 2019 para introducir la quinta papeleta.
Se necesita inmediatamente emprender una campaña de docencia para que la población en general conozca sobre los temas a reformar en la Constitución, para que en estos pocos meses que faltan para las elecciones, los panameños se informen y puedan opinar con propiedad sobre el tema constitucional y, sobre todo, cuál alternativa escoger para su reforma: una Constitución originaria, reformarla en dos periodos legislativos, o mediante una asamblea constituyente paralela.
El panameño lo sabe: cambios a la Constitución actual no son de la simpatía de algunos en el Órgano Legislativo ni de los dirigentes de algunos partidos políticos, y hay quienes manifiestan que para lograrlo, la sociedad panameña tendrá que hacer fuertes presiones en la calle para que todos los estamentos políticos acojan los nuevos principios constitucionales.
¡Yo lo veo diferente! En el país contamos con más de 150 mil estudiantes activos en universidades públicas y particulares. Podríamos organizar en las universidades debates con la participación de ciudadanos versados en el tema constitucional, como el doctor Carlos Bolívar Pedreschi, Edgardo Molino Mola, Rigoberto González Montenegro, entre otros. El objetivo sería que cada estudiante se convierta en una célula que divulgue en su familia la importancia de las reformas a la Constitución.
El panameño lo sabe: solo mediante verdaderos cambios a la Constitución podemos lograr el equilibrio social y económico que Panamá urgentemente necesita.
No podemos perder la oportunidad de manifestarnos en las urnas el 5 de mayo para que esta reforma se lleve a cabo por la más lógica de las tres alternativas: “La asamblea constituyente paralela, ligada a que el próximo presidente tendría que impulsarla como uno de los primeros actos de su mandato”.
El panameño lo sabe: no saldremos del caos en el que nos encontramos si no logramos los cambios constitucionales: la escogencia de autoridades probas para garantizar el contrapeso de los poderes del Estado. La descentralización de las instituciones públicas favoreciendo a los gobiernos locales. La distribución equitativa de los ingresos del Estado. La limitación de las actualmente exacerbadas facultades del Presidente de la República. Un Gabinete equilibrado en cuanto a número de hombres y mujeres, la transparencia en todas las actividades del Estado. La escogencia de diputados por provincia y no por circuito para que tengan más visión del país y que sean elegidos por un máximo de dos periodos y sin suplentes. La eliminación de la manipulación de la Asamblea por el poder Ejecutivo, entre otros beneficios sustanciales que podemos lograr con la nueva Constitución.
El panameño lo sabe: si no logramos cambios a los puntos arriba enunciados, vamos como un barco a la deriva, rumbo al naufragio de todos los estamentos democráticos de la nación, para terminar como una Venezuela.
¡Sí, a la nueva Constitución de Panamá 2020: los panameños la necesitamos!
Licenciada Nixa Gnaegi de Rios
Rectora
Universidad Tecnológica Oteima