Hoy, 15 de noviembre, se conmemora la gesta gloriosa del ilustre Francisco Gómez Miró, personaje poco conocido en nuestra patria. Historiadores de la talla de Rommel Escarreola, Bonifacio Pereira, Mario Molina, Ernesto González, Rafael Ruiz de Lira, Olmedo Beluche, entre otros, lo señalan como el ciudadano natariego que propició el movimiento que dio pie a los gritos de independencia de España que se dieron en el mes de noviembre de 1821 en La Villa de Los Santos y en la Alcaldía Mayor de Natá de los Caballeros, que se extendía entonces desde Chame hasta Veraguas.
Es oportuno el momento para reflexionar sobre el trascendental rol que ha jugado Natá y sus habitantes desde el año 1000 d.C. Según la antropóloga Julia Mayo, existió una cultura avanzada corroborada por las numerosas piezas encontradas en sus cementerios, producto de enigmáticos ritos funerales testigos del estatus social y poder que existía desde entonces en estas tierras.
Posteriormente, cuando llegan los primeros españoles a Natá, cerca de 1516, el licenciado Gaspar de Espinosa, anotó: “Eran tantos los bohíos que habían en este sitio que no hubo nadie que no se espantara ante tan gran población. Hallamos allí infinito maíz, tantos venados que se contaron 300, mucho pescado asado, pavas y comida en abundancia”.
Fue tanta la fama que ganó Natá que en 1522 se funda aquí la segunda ciudad de Castilla del Oro. Su nombre y bravía de sus habitantes trascendió en Europa. Natá fue reconocida por los más eruditos cartógrafos del momento, al punto que en un viaje a España tuve la oportunidad de descubrir en la biblioteca del monumental Convento del Escorial, un globo terráqueo que data del siglo XVI, donde sobre todo el territorio de Panamá aparece solo la palabra “Nata”. ¡Ya se pueden imaginar la alegría que sentí al ver el nombre de mi pueblito en tan augusto sitial!
Con la introducción en el siglo XVI de honorables familias españolas a la ciudad de Natá, surge prosperidad económica e intelectual en nuestra tierra, razón por la cual, al inicio del siglo XIX se asienta en Natá el inquieto escribano Francisco Gómez Miró. En esos años, la Constitución de Cádiz de 1812 formulada para contener el antagonismo creciente entre españoles, peninsulares y criollos, y para armonizar la monarquía con la democracia, logró un efecto contrario; ya que sus preceptos, inesperadamente aceleraron la emancipación criolla y acabó apoyando la independencia de los pueblos y países de América.
Este hecho fue analizado, ponderado y divulgado por todos los confines de la extensa Alcaldía Mayor de Natá, por nuestro héroe Francisco Gómez Miró, quien como ilustre y valiente ciudadano de la noble y hasta entonces leal población de Natá de los Caballeros emprende campaña proselitista por la independencia y descentralización del poder monárquico, y publica la famosa “Proclama Natariega”, que hizo circular en 1821 por todos los pueblos y villas aledañas. Esta sirvió para alentar el primer grito de la independencia de la monarquía española que se dio el 10 de noviembre en La Villa de Los Santos, inspirado en el compromiso de los natariegos que, según Francisco Gómez Miró, quedó consignado en la frase : “Antes perder hasta la última gota de sangre de nuestras venas, que abandonar los ideales independentistas”.
¡Viva Natá de los Caballeros!
Licenciada Nixa Gnaegi de Rios
Rectora
Universidad Tecnológica Oteima